lunes, 5 de diciembre de 2011

Ya está a la venta el disco póstumo de Amy Winehouse, 'Hidden Treasures'

pamplona. Pese al puzzle que es en realidad Lioness: Hidden Treasures, el disco póstumo de la cantante y compositora británica Amy Winehouse, que se publica hoy y que consta de retazos inéditos de la última década, contiene una coherencia interna que aleja a la británica del tormento de Back to Black y la acerca hacia una música mucho más luminosa.

Han pasado cinco años de aquel disco de soul revolucionario, oscuro y brillante al mismo tiempo, que encumbró a Winehouse a los altares musicales, una cima desde la que ella se empeñó en caer paulatinamente hasta su muerte el pasado 23 de julio, víctima de una ingesta excesiva de alcohol, según la investigación judicial.

De las tremendas ganas que existían por parte del público de disfrutar de una continuación que nunca llegaba, dejaron constancia los múltiples números uno que, a raíz de su muerte, volvieron a conquistar sus dos álbumes en el mercado, el conocido y mencionado Back to Black (2006) y el previo Frank (2003).

Su familia y sus productores de confianza, Salaam Remi y Mark Ronson, se volcaron en los últimos meses en rescatar y acompasar piezas inéditas, del The Girl From Ipanema que grabó en 2002 con 18 años hasta el Body And Soul que facturó recientemente para el disco de duetos de Tony Bennett, además de tres temas que fueron escritos ya cuando estaba en plena vorágine.

Hidden Treasures, el tercer disco de su carrera, constituye un buen álbum dada la calidad de esos tesoros escondidos, que en absoluto tienen la apariencia de Descartes. Ahora bien, dicho esto, caben otras muchas consideraciones que no serán del gusto de quienes amaron con pasión Back to Black.

El nuevo álbum carece en su producción de la osadía que Ronson demostró en su predecesor y, más aún, de la presencia vocal que exhibió Winehouse, cuyos graves no suenan tan graves.

Su timbre, sin dejar de resultar negro, parece más blanco, y la viuda y la amante despechada dejan paso a otra mujer, a una que no ha conocido el dolor o que se ha sobrepuesto al mismo con pragmatismo indolente.

De este modo, y salvando la final A Song For You, grabada en 2009 en plena lucha de la británica contra sus demonios personales, su voz se torna en una caricia desprovista de la honda amargura y el descaro del pasado, que deja a la leona del título en una gatita de maullido meloso.

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